De acuerdo con los estudios realizados por el laboratorio de Evaluación de la Salud de los Ecosistemas Acuáticos del Politécnico, se reveló que aunque en términos generales la calidad del agua es buena, pequeños asentamientos sin sistemas de tratamiento de aguas residuales están impactando el estado ecológico de los ríos Salado y Grande.
La doctora Eugenia López, quien realiza el estudio, explicó que se analizó la calidad fisico-química del agua y la composición de macroinvertebrados acuáticos en ambos ríos, combinando criterios biológicos y numéricos para determinar el estado de los cuerpos de agua. Aunque la contaminación representa solo un 5 % del total, esta afecta especialmente al Río Salado, cuyo entorno árido y semiárido dificulta la dilución de los contaminantes.
El monitoreo identificó materia orgánica proveniente de aguas domésticas como principal contaminante, pero no se hallaron elementos tóxicos industriales debido a la ausencia de zonas fabriles en la reserva.
No obstante, el laboratorio planea investigar el impacto de los agroquímicos en áreas agrícolas cercanas, que podrían estar contribuyendo al problema.
Las comunidades locales han sido capacitadas para vigilar y evaluar la calidad del agua mediante un sistema de semáforo, mismo que clasifica los cuerpos de agua en categorías como verde (buen estado), amarillo (regular) y rojo (crítico). Este enfoque busca empoderar a los habitantes para exigir a las autoridades la instalación y funcionamiento de plantas de tratamiento.
El estudio también destaca que el cambio climático representa una amenaza significativa para la reserva, considerada especialmente vulnerable debido a su ubicación. Una de las prioridades es valorar el caudal de los ríos y determinar si existen compuestos tóxicos que puedan comprometer su funcionamiento.
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