Suamy Hernández Telles
@linea_th
La inseguridad en las carreteras de Veracruz ha encendido nuevamente las alarmas luego de que este domingo un sacerdote y cuatro jóvenes pertenecientes a la Congregación de los Legionarios de Cristo fueran privados de su libertad por un grupo armado.
Este grupo religioso fue interceptado mientras regresaba de un retiro espiritual, generando preocupación en la comunidad católica y en las autoridades locales.
Los hechos ocurrieron en las cumbres de Acultzingo, un tramo de la carretera federal Orizaba-Tehuacán conocido por su peligrosidad. El sacerdote Francisco Aguilar y los jóvenes Santiago del Valle, Ignacio Cevallos, Francisco Valdés y Mariana Arenas viajaban en una camioneta Toyota Tacoma cuando fueron sorprendidos por un grupo de hombres armados, quienes bloquearon el paso de su vehículo y los retuvieron por varias horas. Afortunadamente, el grupo fue liberado más tarde sin sufrir daños físicos; sin embargo, la camioneta fue robada y no ha sido recuperada.
La alerta se dio después de que un grupo de católicos, quienes viajaban en un autobús en el mismo trayecto, perdiera contacto con el vehículo del sacerdote y los jóvenes. Inicialmente, creyeron que se trataba de un accidente, lo que llevó a activar los protocolos de búsqueda. Horas más tarde, los afectados lograron comunicarse, confirmando que habían sido víctimas de un asalto y retención en el trayecto.
A través de un comunicado, los Legionarios de Cristo agradecieron el apoyo y las oraciones de la comunidad, al tiempo que manifestaron su preocupación por la seguridad en el país.
Este hecho no es aislado. En los últimos meses, varias figuras religiosas han sido víctimas de la delincuencia en esta misma zona. En julio, el obispo de la Diócesis de Tehuacán, Gonzalo Alonso Calzada Guerrero, fue asaltado mientras transitaba en el mismo tramo. De igual forma, en abril, el obispo de Orizaba, Eduardo Cervantes, sufrió un asalto junto a otros dos sacerdotes en la autopista Puebla-Veracruz, donde le despojaron de su anillo episcopal.
La situación ha puesto en alerta tanto a las autoridades como a la población, quienes exigen medidas de seguridad más estrictas en las carreteras que conectan con el estado de Veracruz y Puebla, un área que se ha convertido en un punto crítico de riesgo para la comunidad religiosa y para todos aquellos que transitan por el lugar.