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San Lorenzo, de las aguas prehispánicas a los balnearios

Teotipilco es tierra húmeda, famosa desde hace cientos de años por el agua que desprende

Heber Vargas García
@linea_th


San Lorenzo Teotipilco, un lugar conocido a nivel internacional por sus aguas curativas de manantial, surgieron de tiempos inmemoriales. Y es que desde el año 1601 el manantial “Coyoatl” fue designado con el nombre de “San Miguelito”, el cual se ubica al pie de cerro conocido como La Mesa, ahí cerca, en años anteriores se estableció la embotelladora de la Cruz Roja y El Riego. 
Hay otros manantiales siguiendo la falda del cerro hacia el norte, como el de la Cruz Roja, más adelante están los manantiales de “San José”, dos pozas de 5 por 5 metros aproximadamente, se cree que fue escarbado a finales del siglo XVIII, por datos recogidos de abuelitos se sabe que un 12 de marzo de 1808, se vio salir agua de ahí.

A unos 200 metros más adelante, está “el manantial de la roca”, mejor conocido como el manantial de “Los Méndez” y a otros 200 metros, está el "ojo de agua", conocido como “Axoxopan”, del que se desprendían muchas pozas de agua, hasta donde ahora esta una alberca “este relato corresponde a los años 40, cuando todavía no se modernizaba el manantial”.
Hortensia Huerta Lechuga, escritora, poeta e investigadora de San Lorenzo Teotipilco, quien nació desde el año de 1947, tiene recuerdos de su pueblo desde 1950, tiempos en los que habían arroyos por todo el pueblo, gladiolas, "se veía muy bonito al correr el líquido por varias partes", cuenta.

 


El agua que nace aquí viene del Pico de Orizaba o Citlaltépetl y en su recorrido se alimenta de minerales especiales que desde la época prehispánica, los antepasados conocían sus propiedades curativas para el mal de orina, tan es así que en cantaros lo llevaban a Moctezuma, el emperador Azteca y cuando los españoles llegaron, fueron informados por los indígenas de los beneficios de ésta, para la salud.
Pero la fama de las aguas curativas, llegó a los oídos de Francisco I. Madero, quien decidió visitar San Lorenzo, en el año de 1791. Vicente Nieto recomendó visitar Tehuacán para curarse del mal de orina, posteriormente Rafael Martínez, delegado del Instituto Nacional en 1901; el doctor Eduardo Armendáriz jefe de la sección de Fisiología Experimental del Instituto Nacional Mexicano en 1902; Carlos Beristaín del Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma en 1951; Carlos Castro jefe de laboratorio de química de la Universidad Nacional, quien después de analizar el agua determinó las propiedades curativas para enfermedades del hígado y riñón, por lo que recomendaron la ingesta diaria de minerales.
Hilda Méndez Hernández, quien llegó al lugar de las aguas curativas en el año de 1968, recordó que al cavar medio metro, el agua brotaba, pero eso no fue lo más impresionante, sino en el año de 1985 en el temblor que dejó muchos destrozos a la ciudad de México, los ciudadanos estuvieron mandando agua para dicha ciudad; otro ejemplo es que tras estudios realizados por especialistas, detectaron que el agua no necesitaba purificarse, por lo que fue utilizada para los hospitales y desde esa fecha comenzó a recomendarse a tantas personas, quienes desde a las 6 de la mañana llegaban en unos camiones rojos para conocer el líquido que hasta ahora sigue siendo medicinal.

 

 

La Serpiente Emplumada
Mi padre, Gilberto Huerta Martínez, me contó que cuando tenía 6 años, había unas milpas muy altas, pero escucho a faldas del cerro un ruido muy peculiar que se le atribuía a la Serpiente Emplumada, con penachos de colores muy bonitos, la cual volaba de La Mesa (parte alta del cerro) hacia El Ahuehuete, para tomar agua del manantial; y debido a la serpiente, San Lorenzo tenía mucha agua, “donde hay ahuehuetes, hay agua y donde hay ahuehuetes y agua siempre existe una serpiente”, dijo Huerta Lechuga.
Lamentablemente un día vinieron personas de Huautla de Jiménez Oaxaca, quienes pidieron la serpiente emplumada ya que aquí estaba la hembra y allá tenían al macho, pero los ciudadanos no la quisieron dar, posteriormente regresaron para llevársela por la fuerza, y dejaron como presente a una “doncella” (joven hermosa con adornos florales en su cabeza), después que se la llevaron, el agua comenzó a escasearse.
De donde sale el manantial de San José, viene el agua de la cueva, algunos ciudadanos veían venir unas jícaras adornadas con flores que es lo que la niña traía, la jícara representa la ofrenda que dejaron para llevarse a la serpiente, después la doncella salía jugando con otra serpiente, que pudo ser su cría de la serpiente hembra.
“A mí me dijo una amiga que trabajaba en el manantial de Axoxopan, que adentro de la fábrica había un caño grande de agua, pero en una ocasión estaba haciendo calor, fue a lavarse la cara y se metió en el agua, al estar adentro vio una jicarita de color muy bonita, la quiso agarrar, pero al intentar alcanzarla se iba alejando más, al no poder se regresó a casa y le preguntaron…¿Dónde estabas?... respondió, ayúdame a agarrar una jicarita y le dijeron, ¡estas loca!, ese es el encanto y se lleva a las personas”, dijo Méndez Hernández.
Pero ahora quedarán esos tiempos de abundante agua como recuerdos, donde las familias iban a traer agua a la “pocita”, un manantialito que estaba adentro del balneario ejidal, donde está la compuerta, pegado de la orilla a la calle, está un trocito de cemento, abajo esta un manantialito, había una piedra grandota a mitad de la calle, junto a ese lugar sacábamos el agua para tomar, ahora ya está cerrado.
Desde hace 20 o 30 años comenzaron a entubarse los manantiales en San Lorenzo, algunos se secaron, como lo es “El Caballito”, ubicado atrás del Hospital de la Mujer, mismo que se acabó a finales del año pasado, esto debido a los pozos clandestinos, maquiladoras y lavanderías, tan es así que entubaron el yacimiento de agua de La compuerta, lugar donde solían nadar las personas y fue cerrado.

 

 

Las fechas que aparecen al principio, fueron extraídas del libro “Leyendas y apuntes de San Lorenzo Teotipilco, escrito por el ya difunto cronista de la comunidad, Gilberto Huerta Martínez”.
Agradecimientos a: Licenciada Hortensia Huerta Lechuga y la señora Hilda Méndez Hernández, señora Elizabeth Méndez Hernández y Keila Elizabeth García Méndez.

 

 

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