Suamy Hernández Telles
@linea_th
En Tehuacán, la temporada de lluvias trae consigo desafíos que afectan gravemente a los motorepartidores, quienes enfrentan un entorno hostil y peligroso mientras intentan cumplir con su trabajo. A pesar de que sus servicios son fundamentales para la economía local, suelen estar mal pagados y poco valorados, aun cuando arriesgan sus vidas diariamente bajo condiciones climáticas extremas.
Uno de los mayores problemas que enfrentan es la falta de consideración por parte de los clientes. Muchas veces se les exige que lleguen rápido, sin importar las inundaciones o las calles resbalosas, lo que incrementa el riesgo de accidentes.
La presión por cumplir con tiempos de entrega, junto a la impaciencia de los consumidores, hace que los repartidores se vean obligados a apresurarse en situaciones que comprometen su seguridad.
Sergio M., repartidor desde hace 7 años, nos comentó que es complicado trabajar con empresas ya establecidas pues no tiene consideración en los pagos: "la verdad trabajamos todos los días, sin importar las lluvias pues el no salir implica no tener dinero. Una vez un el restaurante ASAHI se le hizo muy caro cobrar 35 pesos de servicio, está lloviendo mucho, dime tu ¿es caro?, señaló.
José Luis, con 5 años de experiencia, comparte la frustración que siente al cargar grandes cantidades de mercancía y, al mismo tiempo, lidiar con las quejas de los clientes: "Nos hacen cargar de todo, desde cosas pesadas como garrafones de agua hasta comida, y encima se quejan de lo caro que es el servicio".
Por su parte, Mario, hace hincapié en cómo muchos clientes desprecian el trabajo que hacen y prefieren recurrir a alternativas más costosas sin razón aparente: "Me dicen que mejor piden un flete o un taxi porque 'les sale más barato', cuando eso no es cierto. Si un taxi les llevara su pedido en estas lluvias, les cobraría más del doble de lo que nosotros pedimos."
Además del peligro latente en las calles, los motorepartidores enfrentan conductores irresponsables que no les ceden el paso o no respetan las señales de tránsito. Esto crea un ambiente caótico donde cualquier error puede ser fatal. Los repartidores expresan su temor a ser arrollados o sufrir accidentes graves.
El trabajo bajo la lluvia no solo significa mojarse, sino también lidiar con el frío y con enfermedades que se desarrollan por la exposición constante a las inclemencias del tiempo. Aun así, muchos motorepartidores no tienen opción de faltar o descansar, ya que sus ingresos dependen directamente de las entregas que realicen.