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Dice el chiste que hay tres clases de economistas: los que saben contar y los que no. Todos ellos se han estrellado con sus previsiones de inflación durante el último año y medio. Cuando los precios empezaron a repuntar con fuerza, los ministros, banqueros centrales y otras autoridades económicas se apresuraron a decir que la inflación sería transitoria. Se equivocaron. La subida de los precios se ha instalado en la mayor parte de las economías por más tiempo y con más virulencia de la esperada. Pese a ello, el Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que el riesgo de una espiral inflacionista de precios y salarios es bajo, según un informe publicado este miércoles.
El tirón de la demanda con la recuperación de la pandemia y los problemas de suministro por los atascos en la cadena de suministros y la guerra de Ucrania han azuzado la inflación. Su persistencia ha pillado por sorpresa a casi todos los bancos centrales, incluida la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo. Cuando han visto que no se iba tan rápido como llegó, han sacado su artillería monetaria en forma de subidas de los tipos de interés. El objetivo es volver a la estabilidad de precios. El riesgo, provocar una recesión.
Uno de los mayores temores de los banqueros centrales es que la inflación se enquiste en la economía. Por eso vigilan tanto las expectativas. Si la gente cree que los precios van a subir mucho, actuarán con arreglo a ello y acabará convirtiéndose en una profecía que se autocumple. La correa de transmisión habitual es la llamada espiral precios-salarios. Los trabajadores reclaman subidas de sueldos, los costes suben, las empresas suben los precios y los empleados vuelven a reclamar nuevas subidas. Si las tasas de paro son bajas, como en Estados Unidos y muchos otros países desarrollados, el poder negociador de los trabajadores es mayor y el riesgo aumenta.
El FMI, sin embargo, no cree que eso esté pasando (al menos de momento), según explica en un capítulo de su informe Perspectivas de la Economía Mundial, publicado este miércoles, antes de la asamblea anual del organismo, que se celebra la semana próxima. “Hay tres factores que contribuyen a contener los riesgos: las perturbaciones subyacentes de la inflación proceden de fuera del mercado laboral, la caída de los salarios reales contribuye a reducir las presiones sobre los precios y los bancos centrales están endureciendo enérgicamente su política monetaria”, explica John Bluedorn, economista del Fondo.
Para tratar de entender mejor los riesgos, el FMI ha identificado 22 situaciones en las economías avanzadas de los últimos 50 años con condiciones similares a la de 2021, en que la inflación aumentaba, el crecimiento de los salarios era positivo, pero los salarios reales y la tasa de desempleo se mantenían estables o descendían. Al menos uno de los ejemplos corresponde a España. En promedio, asegura el Fondo, esos episodios no dieron lugar a espirales de precios y salarios, asegura. En lugar de ello, la inflación bajó en los trimestres siguientes y los salarios nominales aumentaron gradualmente, ayudando a la recuperación de los salarios reales.
Está por ver lo que ocurre en esta ocasión y por eso Bluedorn pide no caer en la complacencia porque también ha habido episodios en que las cosas no han salido tan bien. Por eso, el Fondo aplaude la actuación decidida de los responsables de la política monetaria: “Las recientes medidas de endurecimiento adoptadas por muchos bancos centrales —calibradas según las circunstancias específicas de cada economía— son alentadoras. Ayudarán a evitar que la alta inflación se consolide y que la inflación se desvíe del objetivo durante demasiado tiempo”, añade Bluedorn.
En Estados Unidos, los tipos de interés ya están subiendo al mayor ritmo desde la década de 1980, cuando al frente de la Reserva Federal estaba Paul Volcker. El riesgo, claro está, es una recesión. Su presidente, Jerome Powell, es consciente de que a estas alturas la proeza de lograr un aterrizaje suave es “muy difícil”. “No sabemos, nadie sabe, si este proceso conducirá a una recesión o, de ser así, cuán significativa sería esa recesión”, dijo tras la última reunión de política monetaria, el pasado 21 de septiembre.
También el BCE aprobó el mes pasado la mayor subida de tipos de sus 24 años de historia, de 0,75 puntos porcentuales. Su presidenta, Christine Lagarde, afirmó que los tipos aún están “muy lejos” de poder lograr la estabilidad de precios y anunció nuevas subidas “en las próximas reuniones”. Eso, a pesar de que los pronósticos de crecimiento han caído en picado en Europa por el riesgo de una crisis energética.
Con información de El País