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@PrimeraLineaTH
Aunque no existe la fórmula para identificar a un emprendedor, suelen compartir algunos rasgos característicos. Decisión, imaginación, ideas innovadoras y una pizca de optimismo para no derrumbarse ante el más mínimo tropiezo.
En ese sentido, se puede decir que Elon Musk es un emprendedor "defectuoso". El empresario, de origen sudafricano, siempre repitió que no confiaba en que sus proyectos vivieran demasiado tiempo. Incluso, temía recomendarles a sus amigos que invirtieran en ellos ante el temor de dejarlos en bancarrota.
No obstante, su mantra para el éxito siempre fue el trabajo duro, a veces hasta el punto de workaholismo. Tan polémico como audaz, en casi un cuarto de siglo pasó de vendedor en empresas, como PayPal, a ser uno de los principales competidores en las carreras aeroespacial y automotriz eléctrica, con SpaceX y Tesla.
Con 17 años, una valija y solo u$s2.000 en el bolsillo, dejó Sudáfrica -en parte para evitar el servicio militar obligatorio- y llegó a Canadá gracias a la nacionalidad de su madre.
La aventura de Musk en el país del hockey sobre hielo y la amabilidad extrema duró solo dos años, en los que trabajó como granjero en un campo de su primo y hasta limpió la caldera de una maderera por u$s18 la hora, mientras hacía sus primeras armas en la Universidad de Queen.
Su verdadero sueño era llegar a los Estados Unidos, la tierra donde "todo sucedía", según sus propias palabras. Fue así como pidió el pase, beca mediante, a la Universidad de Pensilvania.
El mayor de tres hermanos marcó el camino, el resto lo siguió hacia América. Tras finalizar su carrera de grado especializada en negocios y física, optó por continuar sus estudios en la prestigiosa Stanford. Sin embargo, su experiencia en la Ivy League duró apenas 48 horas.
Según Maye Musk, su madre, su crianza fue fundamental para desarrollar el espíritu emprendedor en sus herederos. Al divorciarse del ingeniero Errol Musk, decidió comenzar de cero con sus hijos y una billetera un tanto flaca.
Por eso, sus hijos la ayudaban con las tareas de su consultorio de nutrición. La misma astucia con la que el futuro empresario les vendía huevos de pascua a precios inflados a sus vecinos la utilizó luego para convencer a un grupo de científicos para que se sumaran a construir cohetes para viajar a Marte.
"No creo que vuelva a verte", le aseguró al chairman del departamento de Stanford al que le pidió una prórroga en su carrera para comenzar su primera compañía. Musk calculaba que en seis meses, quizá, podría estar retomando las clases, con una deuda universitaria de u$s110.000 a cuestas. Pero nunca lo volvieron a ver por el campus en California.
Paso a paso
La tecnología siempre lo había fascinado. Desde los relatos futuristas de los libros en los que se ensimismaba durante su infancia (tanto que su madre llegó a pensar que tenía problemas de audición) hasta sus primeros pasos programando en una computadora.
Su primer proyecto fue Zip2, que primero se enfocó en ayudar a los medios de comunicación a armar su canal online, para luego especializarse en brindarles un software para construir directorios y mapas.
Su socio fue su hermano Kimbal, con quien desembolsó u$s28.000 de la cuenta de su padre para poner en marcha la empresa. Cuatro años más tarde, la firma de computación Compaq compró su emprendimiento por más de u$s300 millones, de los cuales Musk se quedó con u$s22 millones.
¿Qué hizo con ese primer ‘sueldo’? Muchos creerán que, conociendo su historial, lo destinó a un nuevo proyecto. La respuesta no es del todo incorrecta. Sí, lo hizo, pero antes se dio un pequeño gusto y desembolsó u$s1 millón para comprar una de las 36 unidades del McLaren F1 que por entonces circulaban en el mundo. Incluso, un Musk de 28 años, con una cabellera menos poblada y portando un saco color camel con hombreras, se prestó a una nota televisiva a las 7 de la mañana mientras recibía su vehículo último modelo.
Capricho resuelto, invirtió u$s12 millones para fundar el banco online X.com a los pocos meses de haberse desprendido de su primer retoño. La burbuja de las puntocom lo llevó a modificar su core business; así, se volcó por los pagos vía correo electrónico.
Un año más tarde se fusionó con la firma de software Confinity y así nació PayPal (que en 2018 procesó u$s578.000 millones en pagos y hoy está valuada en u$s126.000 millones.
Con información de AP